Movimientos ciudadanos y tecnologías de la información y la comunicación: el caso del 15-M

Abstract

[ES] Esta investigación quiere dar cuenta del nexo estético entre el desarrollo de las TIC y los movimientos sociales de los últimos años partiendo de un análisis del fenómeno quincemayista que parece haber marcado un punto de inflexión en este sentido. Es este vínculo el que da cuenta de la hipótesis principal de la tesis, a saber: que la progresiva implementación de las TIC en la vida diaria ha generado una metáfora o imagen del mundo según la que se tiene mucha más capacidad de participación y de decisión en los procesos políticos de la que realmente existe, algo que ha motivado numerosas iniciativas ciudadanas con el fin de alcanzar cambios fehacientes en esta dirección. La tesis está dividida en tres partes que se corresponden respectivamente a la presentación y la contextualización de la investigación, sus precedentes más inmediatos y sus primeras consecuencias que ahora, con el paso de 6 años y 3 elecciones generales desde el 15-M —que en un principio tenían que ser 5 años y 1 elecciones generales—, empiezan a poder analizarse con cierta rigurosidad. De todo este análisis se desprende que la capacidad ciudadana para intervenir en los procesos políticos, tanto municipales como estatales, sigue siendo precaria pese a la asunción contraria. El uso de internet se ha asentado, pero la capacidad de participación en dichos asuntos todavía deja mucho que desear. Se pueden generar debates e introducirlos en la opinión pública, pero en base a los análisis estéticos realizados en el presente trabajo se descubre un uso recursivo de elementos emocionales que si bien han sido determinantes para gran parte del efecto contagio de los movimientos sociales de los últimos años, también han actuado como distracción, o incluso como engaño. Si bien no tiene por qué tratarse de un uso imprudente de los medios, sí puede concluirse que ha habido, por norma, un uso atrevido o precipitado de los mismos, una utilización excesivamente entusiasta. Esta se ha visto reflejada, sobre todo, en el análisis de la imaginería surgida alrededor de las Revueltas de la Dignidad: pese a los discursos de triunfo que se generaron el resultado no fue tal, llegando incluso a recrudecerse, en muchos casos, la situación denunciada. El 15-M fue algo más modesto y combinó lo entusiasta con la muestra de lo visible, sobre todo en su relación con los movimientos en torno a la vivienda digna donde la PAH ha desempeñado, junto con sus asambleas de vivienda, un rol protagonista. En este caso sí que han podido verse cambios en el modo de abordar, incluso a niveles institucionales, las problemáticas manifestadas. De hecho, hasta una de sus activistas más reconocidas, Ada Colau, ha sido investida alcaldesa de Barcelona desde otras iniciativas vinculadas al movimiento que han alcanzado el ámbito institucional, en este caso concreto desde un incipiente municipalismo. Queda pendiente, no obstante, ver cómo evolucionarán ahora estos nuevos senderos abiertos tanto en lo institucional, donde Podemos parece recaer en la espectacularidad, como desde las calles. Las TIC, que ahora forman una parte importante en la constitución de los movimientos ciudadanos, sobre todo en lo que se refiere a los discursos en torno a ellos, no resultan útiles si no se sabe cómo operan tanto ellas como los elementos que se transmiten a través de ellas. Mientras que las imágenes fascinantes que acompañan las narraciones épicas o heroicas son muy provechosas a la hora de generar emociones, que se transmiten a gran velocidad por medio de estas tecnologías, la nueva capacidad que aportan estos instrumentos para mostrar lo que realmente ocurre se descubre mucho más reveladora en la dirección de una progresiva autonomía a nivel social. Además, a todo esto se le suma el hecho de que la mayor parte de los canales a través de los que se se establecen las comunicaciones con un fin activista son privativos –como lo son casi todos –, pertenecientes a grandes empresas privadas y con un código opaco. Esto significa que por mucho que se estudie el contenido que va a ser publicado va a hacerlo dentro de una estructura predeterminada que va a configurarlo. Si al desconocimiento de las tecnologías con las que se opera, se le suma una arquitectura de las mismas diseñada por terceros no accesibe y una falta de competencias en materia estética, hay que concluir que no es que las TIC no sean emancipadoras, sino que difícilmente pueden serlo en estas condiciones. Existe una idea del ciudadano como hacker porque es posible intervenir en algunos de los debates públicos por medio de las RSI y porque sin duda las TIC tienen un gran potencial para incidir políticamente. Pero se trata de herramientas, no de sujetos, y dependen enteramente del modo en que se manejen. Se revela importante tener todo esto en cuenta para aprender a emplearlas en la consecución de una progresiva autonomía. Mientras tanto, y por mucho que se introduzcan elementos tecnológicos participativos, la democracia seguirá siendo de tipo representativo.