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dc.contributor.advisorMartínez Quinteiro, Esther
dc.contributor.advisorGutiérrez San Miguel, Begoña 
dc.contributor.authorSantos de Freitas, Anelyse
dc.date.accessioned2020-02-13T11:02:17Z
dc.date.available2020-02-13T11:02:17Z
dc.date.issued2019
dc.identifier.urihttp://hdl.handle.net/10366/141013
dc.description.abstract[ES] De acuerdo con el 12º Anuario Brasileño de Seguridad Pública publicado en 20182, solamente en el año 2017 fueron registrados 61.032 casos de violación en el país, número en el cual se verifica un gran aumento porcentual en relación a la 10ª y a la 11ª edición de ese mismo Anuario (publicadas, por lo tanto, en 2016 y 2017), en las cuales se constataba que, a lo largo de 2015 y 2016, habían sido comunicados, respectivamente, 45.460 y 49.497 casos de violaciones en el territorio brasileño. Refiriéndose a los números registrados por el Foro Brasileño de Seguridad Pública3 – organización responsable por el periódico mencionado –, la Folha de São Paulo – (GRUPO FOLHA, sd) diario fundado en 1921 y que, desde la década de los 80, es el más vendido en Brasil entre los diarios nacionales de interés general – publicó un artículo en octubre de 2017 en el cual, bajo el título “Brasil tiene 12 asesinatos de mujeres y 135 violaciones por día, muestra el balance” (AMÂNCIO, 2017), se contabilizó la cantidad de violaciones sufridas diariamente. Un mes antes, el mismo periódico publicaba un artículo, titulado “La ciudad de São Paulo tiene casi siete casos de violaciones registrados por día”(BOLDRINI, 2017), cuyos datos eran provenientes de la Secretaria de Seguridad Pública del Estado. Consultada por el medio en esa ocasión, Isabel Figueiredo, ex directora de la Secretaria Nacional de Seguridad Pública y actualmente en el Foro Brasileño de Seguridad Pública, defendió que “la política para cohibir el crimen de violación está fundamentalmente relacionada con el combate al machismo y a cuestiones culturales”(BOLDRINI,2017). A ese respecto, la opinión de Figueiredo coincide con la de Nadine Gasman, representante de la ONU Mujeres Brasil que, consultada por la Carta Capital – revista semanal brasileña de informaciones generales, publicada por la Editora Confiança, en el artículo de diciembre de 2014 titulado “La lucha contra la violencia contra la mujer avanza poco en las últimas décadas”, declaraba: “Lo que determina la violencia contra las mujeres es precisamente la cuestión cultural del machismo. Esa idea de que hombres y mujeres no son iguales” (NEHER, 2014). En el mismo artículo, la integrante de la Comisión de Estudios de Violencia de Género de la Orden de los Abogados de Brasil en Paraná, Erika Paula de Campos, aseveraba que “políticas públicas que promovían campañas educativas y de orientación contra la violencia y el machismo son fundamentales para combatir el mal de la violencia de género”. Aún, buscando diseñar el escenario relativo al problema social causado por la violación y, por extensión, contra la violencia de género, por medio de la cual se configura, vale mencionar otro estudio igualmente realizado por el Foro Brasileño de Seguridad Pública, denominado “Visibles e Invisibles”, que buscó proporcionar informaciones sobre la percepción de la violencia contra la mujer, con datos relativos a los años de 2018, su primera edición, (FORUM BRASILEIRO,2017) y de 2019 su recién lanzada segunda edición, (FORUM BRASILEIRO, 2019). Tales datos impresionan negativamente en ambas ediciones: a pesar de presentar un porcentual de crecimiento del 10% entre ellas, el estudio reveló que, de las cerca de 4,4 millones de mujeres que fueron víctimas de violencia de género a lo largo del año en el que el análisis fue efectuado, el 8% sufrieron violencia sexual. Traduciendo ese porcentaje en números, cerca de 350 mil mujeres fueron asediadas, importunadas o violadas sexualmente, lo que se traduce en una media de 965 víctimas/día. No obstante esos altos índices de violación ya señalados, importa añadir también el crecimiento que en los últimos años acompañó no solo los números de violaciones individuales (en los cuales para cada víctima correspondía un agresor), como también los episodios de violaciones colectivas ocurridos en diversas regiones de Brasil y largamente reportados en la prensa nacional e internacional. Conforme al artículo publicado en agosto de 2017 por el G1 – un portal de noticias brasileño mantenido por el Grupo Globo y bajo la orientación de Central Globo de Periodismo, “Brasil tuvo una violación colectiva cada 2 horas y media, en 2016”, habiendo crecido el número un 124% en cinco años (RODRIGUES, 2017). Ante números tan impactantes sobre este tipo de crimen, aumentó también la concienciación de que la violación corresponde, sí, a una violencia de género (consecuencia, por lo tanto, de la relación culturalmente desigual entre hombres y mujeres), de modo que tal problemática asumió así nuevos contornos, principalmente en respecto a la propia concienciación de la sociedad en general de que la lucha contra ese tipo de crimen exigía una renovada y reiterada atención. Así que, en este contexto, se vuelve necesario considerarse el crecimiento, no solo de los elevados índices de violación revelados por los estudios, sino también del crecimiento de la propia movilización social entre los brasileños, independientemente de que esta se de en las calles y/o en las redes sociales, primeramente en una o en otra, o en ambas simultáneamente. El hecho es que esa movilización contó – y sigue contando – con una significativa adhesión de individuos pertenecientes a los más diferentes segmentos sociales y culturales de la sociedad y que, en particular, las diferencias peculiares de los segmentos en los que se inscriben, vienen manifestándose tanto contra la violación como contra cualquier otro tipo de abuso practicado contra la mujer, multiplicándose las iniciativas en ese sentido y haciéndolas mucho más contundentes. Ejemplo de una de esas iniciativas, fue la de la manifestación denominada “Por Todas Ellas”, que realizó acciones y movilizaciones en diversas ciudades de Brasil, llegando a reunir cerca de 15 mil manifestantes en la Avenida Paulista, en São Paulo, donde colectivos feministas y mujeres de todas las edades se manifestaron en defensa de los derechos de las mujeres y contra la violación. Así, partiendo del principio de que el crimen de violación se constituye como un tipo de violencia de género estimulado por la desigualdad, que representa una grave violación de los derechos humanos de las víctimas, como integrante del Programa de Estudios Interdisciplinares de Género y Políticas de Igualdad de la Universidad de Salamanca y en el ejercicio del cargo de defensora pública en Brasil, hace más de 20 años (actuación por medio de la cual esta investigadora también actúa diariamente con ese y otros temas a ellos asociados), entendemos la relevancia de centrar nuestra investigación en el combate a ese crimen a partir de las acciones emprendidas por el Estado brasileño, más específicamente en lo que concierne al discurso producido por el Poder Judicial de ese País sobre esta cuestión.es_ES
dc.format.mimetypeapplication/pdf
dc.language.isospaes_ES
dc.rightsAttribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 Internacional*
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/*
dc.subjectTesis y disertaciones académicases_ES
dc.subjectUniversidad de Salamanca (España)es_ES
dc.subjectResumen de tesises_ES
dc.subjectThesis Abstractses_ES
dc.subjectDerecho penales_ES
dc.subjectDerechos humanoses_ES
dc.titleResumen de tesis. El innovador discurso en Facebook del Consejo Nacional de justicia brasileño sobre la violación: enfoque de derechos humanoses_ES
dc.title.alternativeEl innovador discurso en Facebook del Consejo Nacional de justicia brasileño sobre la violación: enfoque de derechos humanoses_ES
dc.typeinfo:eu-repo/semantics/doctoralThesises_ES
dc.rights.accessRightsinfo:eu-repo/semantics/openAccesses_ES


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