Compartir
Título
Centocinquant'anni di cultura storico-antichistica in Piemonte (dalla restaurazione agli anni sessanta)
Autor(es)
Materia
Pedagogía
Education
Fecha de publicación
2001
Editor
Ediciones Universidad de Salamanca (España)
Citación
Studia Historica. Historia Antigua, 19 (2001)
Resumen
RESUMEN: Se ha comenzado a partir de los entusiasmos egiptizantes avivados en Turin por la estancia de Jean-François Champollion en 1824-25 para estudiar papiros, inscripciones, monumentos jeroglíficos y coptos de excepcional importancia, que los Saboya habían adquirido hacía poco con la colección de Bernardino Drovetti y que habían depositado en el Museo de Antigüedades. El orgullo «patrio» suscitado por el descubrimiento de estos tesoros tuvo consecuencias en las investigaciones y en la enseñanza de la Historia Antigua, que se caracterizaron entonces, sobre todo,como investigación de la arqueología del próximo y medio Oriente. En semejante contexto tuvo lugar en 1848, en el marco de las reformas de las Bibliotecas, Academias y Universidades que en aquellos años llevó a cabo Carlos Alberto, la institución de la primera cátedra de Historia Antigua y Arqueología en la Facultad de Letras de Turin (Francesco Barucchi, director del Museo de Antigüedades y Egipcio desde 1835 hasta su muerte en 1869, catedrático de 1848 a 1861). Este fue el lento tránsito, en la Universidad, de una enseñanza histórica peculiarmente intensa como escuela de «elocuencia» a una actividad didáctica formativa, además de secamente informativa, fundamentada en concretas bases filológicas que hasta entonces se habían cultivado, de una manera u otra, tan sólo al margen de la Universidad, en las Academias, por personalidades científicas como el helenista-orientalista Amedeo Peyron o el jurista (alumno suyo) Cario Baudi di Vesme. Al mismo tiempo, también se iba incrementando el interés hacia los monumentos epigráficos, arqueológicos y documentales localizables in loco e idóneos para ilustrar glorias regionales antiquísimas (prerromanas, romanas y romano-bárbaras), en dialéctica con intereses geográfico-etnográficos que incitaba, por entonces, la evolución de la situación política, económica y social (Luigi Schiaparelli, catedrático de Historia Antigua desde 1862 hasta 1897). De la enseñanza universitaria de la Historia Antigua se escindieron tanto la Arqueología como las Antigüedades Orientales (1862), circunscribiendo, como consecuencia, la investigación histórico-arqueológica únicamente al mundo mediterráneo greco-romano. La presencia durante casi treinta años en Turin del romano Gaetano De Sanctis como profesor de Historia Antigua en la Facultad de Letras (1900-29) y como director de la Rivista di Filologia e di Istruzione Clàssica (1923-29) junto con el magisterio, luego, de uno de sus discípulos predilectos, el piamontés Arnaldo Momigliano (1936-38), supieron elevar la investigación y la didáctica de la historia de la antigüedad a niveles internacionales por amplitud de intereses, por su severo rigor filológico y por su vivaz inteligencia historiogràfica. Tras la brusca expulsión de Momigliano de la Universidad italiana en el otoño de 1938, como consecuencia de las leyes raciales (exiliado en Inglaterra, su personalidad científica continuó madurando con resultados suyos propios), ocupó su lugar la enseñanza de la Historia Romana y Griega en la Universidad de Turin de Roberto Andreotti (1938-65): fue otra fase prolongada, didácticamente escrupulosa pero científicamente opaca, que veintisiete años más tarde se concluiría con la vuelta de Andreotti a Parma. El cauto atrincheramiento en la filología no fue suficiente para evitar un rechazo recíproco cada vez más evidente entre el catedrático y el ambiente académico piamontés que lo rodeaba, y con consecuencias mucho más desastrosas de las que, a nivel académico y humano, habían caracterizado también la permanencia de De Sanctis en Turin. Este, por su parte, no había conseguido nunca integrarse completamente en la ciudad de adopción, y tras varios intentos de dejarla obtuvo el traslado definitivo a Roma, a la cátedra que había pertenecido a su venerado maestro Julius Beloch. De Sanctis, sin embargo, había sabido aportar a los estudios de la antigüedad piamonteses -tal vez por primera vez- experiencias de amplio y fresco alcance que la renovarían como fecunda didáctica de la investigación histórica, dejando una huella difícil de olvidar.
URI
ISSN
0214-3402
Colecciones