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Título
Gobierno y posconflicto en Afganistán: la tensión identidad-democracia.
Autor(es)
Director(es)
Materia
Tesis y disertaciones académicas
Universidad de Salamanca (España)
Tesis Doctoral
Academic dissertations
Terrorismo
Afganistán
Identidad política
Conflictos políticos
Talibanes
Clasificación UNESCO
5906.06 Conflictos Sociales
6310.13 Terrorismo
5903 Ideologías Políticas
Fecha de publicación
2021
Resumen
[ES] El 11 de septiembre de 2001, no de los terroristas más buscados de entonces,
Osama Bin Laden, sorprendía a los servicios de inteligencia americanos y de
todo el mundo con la ejecución casi perfecta de un ataque planeado durante
meses: las Torres gemelas de Nueva York, el centro económico del mundo, se
derrumbaban una tras otras. El mundo contenía la respiración y la geopolítica
mundial cambiaría para siempre. En solo tres semanas, el régimen talibán era
derrocado; la posterior fase de estabilización de Afganistán pretendía ser “un
desfile militar”. Una vez la seguridad fuese implementada, la democracia vendría
después. Un claro error. La seguridad nunca llegó, y Afganistán es hoy el país
más azotado por el terrorismo del planeta.
La aparición de nuevas formas de “hacer la guerra” ha experimentado una
notable evolución. Si bien la guerra es una continuación de la política y este
postulado, como argumenta Clausewitz, es invariable, la “manera” de hacer la
guerra ha variado continuamente, especialmente en los últimos años.
Afganistán, ciertamente, ha sido un escenario en el que las nuevas formas de
hacer la guerra han sido una clave en el fracaso del proceso de estabilización.
La pregunta que se hacen historiadores y expertos, después de tanto esfuerzo,
es cual fue la causa de ese fracaso.
La seguridad era un elemento importante en la estabilización, pero tanto o más
era las distintas identidades tanto étnicas como políticas de Afganistán. Las
influencias de las civilizaciones son claves para entender las identidades de las
distintas zonas del mundo; entre ellas Afganistán. El contacto del ciudadano de
Afganistán con los distintos “imperios” invasores ha moldeado la identidad
política de la mayoría de sus ciudadanos y, paradójicamente, ha supuesto que
exista una falta evidente de identidad nacional común.
La diversidad de Afganistán en cuanto a etnias supone que sea un país muy
heterogéneo en ese sentido. La etnia, la lengua, la religión y la cultura son elementos definidores del nebuloso concepto de nación; si existe mucha
diversidad, como es el caso afgano, también existe una cuantiosa pluralidad en
la identidad política. Así, es más complejo implementar una estrategia pos
conflicto en aquellos lugares como Afganistán en el que existen enfrentamientos
históricos entre las distintas identidades políticas.
La política de identidad empezó a tomar relevancia durante la segunda mitad del
siglo XIX y tiene un gran protagonismo en esta tesis. La política de identidad se
basa en búsqueda de reconocimiento de un determinado grupo como una
comunidad significativa que influye en la política de una comunidad e incluso de
un Estado. En Afganistán, las identidades políticas entran en conflicto con los
valores occidentales que se basan en el imperio de la ley, los derechos humanos,
el rendimiento de cuentas de los políticos y la participación política de sus
ciudadanos. Esta forma de entender el funcionamiento de un Estado y la relación
con sus ciudadanos se intentó exportar a Afganistán después de los Acuerdos
de Bonn en el año 2004. Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos afganos
compartían como identidad política el derecho de la costumbre, representado por
la ley Sharia y, en ocasiones, por una interpretación radical del Corán. Las Jirgas
y las Shuras eran la referencia del ciudadano y no el parlamento o la
Constitución. Así, ambas interpretaciones casi antagónicas de entender la vida
política no tardarían entrar en conflicto. En el fondo, la tensión entre la identidad
y democracia supuso que fueran dos conceptos irreconciliables en Afganistán.
Afganistán, después de veinte años de guerra, vuelve a estar en el foco de la
actualidad mundial. El posible acuerdo de paz con los talibanes supondría un
claro triunfo de estos últimos; la comunidad internacional sellaría la consecución
de sus objetivos políticos por medio de años de guerra asimétrica en el que miles
de afganos, civiles y militares, han sido víctimas de ataques terroristas,
violaciones de los derechos humanos fundamentales, etc. Si los talibanes
vuelven o no al poder lo sabremos muy pronto, lamentablemente.
[EN] On September 11th, 2001, one of the most wanted terrorists, Osama Bin Laden,
surprised the American and worldwide intelligence services with the execution of
an attack planned during months: the Twin Towers of New York, the economic
center of the world, collapsed one after another. The world held its breath and
world geopolitics would change forever. In just three weeks, the Taliban regime
was overthrown; Afghanistan's subsequent stabilization phase was intended to
be "a military parade." Once security was implemented, democracy would come
later. A big mistake. Security never came, and Afghanistan is today the most
terror-stricken country on the planet.
The emergence of new ways of "making war" (warfare) has experienced a
remarkable evolution. While war is a continuation of politics and this postulate,
as Clausewitz argues, is invariable, the "way" of waging war has continually
evolved, especially in recent years. Afghanistan has certainly been a scenario in
which new ways of waging war have been a key to the failure of the stabilization
process. The question that historians and experts ask themselves, after so much
effort, what was the cause of that failure. Security was an important element in
stabilization, but as much was the different ethnic and political identities of
Afghanistan.
The influence of civilizations is key to understanding the identities of the different
areas of the world; including Afghanistan. The contact of the Afghan citizen with
the various invading "empires" has shaped the political identity of the majority of
its citizens and, paradoxically, has led to an evident lack of common national
identity. The diversity of Afghanistan in terms of ethnicity means that it is a very
heterogeneous country in that sense. Ethnicity, language, religion and culture are
defining elements of the nebulous concept of nation; if there is a lot of diversity,
as in the Afghan scenario, there is also a considerable plurality in political identity.
Thus, it is more complex to implement a post-conflict strategy in which there are
historical confrontations between the different political identities. Identity politics began to gain relevance during the second half of the 19th century
and has a great role in this thesis. Identity politics is based on the search for
recognition of a certain group as a significant community that influences the
politics of a community and even a State. In Afghanistan, political identities
conflict with Western values based on the rule of law, human rights, and the
accountability of politicians and the political participation of its citizens. This way
of understanding a State and the relationship with its citizens was attempted to
export to Afghanistan after the Bonn Accords in 2004. However, the majority of
Afghan citizens shared the value of custom as a political identity, represented by
Sharia law and sometimes by a radical interpretation of the Koran. The Jirgas
and Shuras were the reference of the citizen and not the Parliament or the
Constitution. Thus, both almost antagonistic interpretations of understanding
political life would soon come into conflict. Ultimately, the tension between identity
or democracy supposed that both were irreconcilable concepts in Afghanistan.
Afghanistan, after twenty years of war, is once again in the focus of world news.
The possible peace agreement with the Taliban would be a clear victory for the
latter; the international community would seal the achievement of its political
goals through years of asymmetric warfare in which thousands of Afghans,
civilians and military, have been victims of terrorist attacks, violations of
fundamental human rights, etc. Whether or not the Taliban come back to power
we will know very soon, unfortunately.
URI
DOI
10.14201/gredos.149524
Colecciones